Si revisas tu cartera, seguro que encuentras más de una tarjeta de crédito o débito. A cierre de 2021 en España había 43,2 millones de tarjetas de crédito y 24,4 millones de tarjetas de débito, dejando clara la preferencia de los españoles por la primera modalidad.
Sin embargo, el hecho de que las tarjetas de crédito superen en número a las de débito no quiere decir que sean la mejor alternativa, ni mucho menos. Ambas tarjetas comparten muchas características, empezando por la comodidad de no depender del dinero en metálico que tengas en la cartera y siguiendo por la forma en la que registran los gastos que llevas a cabo. A partir de ahí, empiezan las diferencias.
Lo que distingue a una tarjeta de crédito de una de débito es que permite el pago aplazado; es decir, la posibilidad de comprar ahora y pagar después, independientemente del dinero que haya en la cuenta. Con las tarjetas de débito el gasto se carga inmediatamente, de forma que si no hay saldo, no permite comprar.
Cada modelo tiene sus pros y sus contras.
Ventajas y desventajas de las tarjetas de débito
La tarjeta de débito ha sido hasta hace cerca de 10 años el plástico más habitual, el que los bancos ofrecían al abrir una cuenta corriente. Sin embargo, poco a poco ha ido cediendo terreno al crédito, en buena medida por el interés de la banca en un producto que le es mucho más rentable.
Pero como siempre, una cosa es lo que beneficia a la banca y otra bien diferente es lo que es bueno para el ahorrador. Estas son las ventajas que obtendrás al usar una tarjeta de débito.
Evitas endeudarte. El dinero que gastes con tu tarjeta de débito saldrá de tu cuenta corriente en el mismo instante en el que presiones el botón verde del TPV. Si no hay dinero, la tarjeta rechazará la operación. Tan fácil como efectivo. Tu saldo marca tu límite y, por lo tanto, evitas comprar más de la cuenta y endeudarte.
Tienen menos comisiones. Las tarjetas de débito son menos flexibles y más simples que las de crédito, pero a cambio tienen menos comisiones.
Son gratuitas. La mayoría de tarjetas de débito son gratuitas y no incluyen cargos por emisión ni por mantenimiento y renovación cada año. En este sentido, son un servicio asociado a la cuenta corriente del banco.
Son más fáciles de contratar. Para tener una tarjeta de débito sólo necesitarás una cosa: contratar una cuenta corriente. Normalmente ni siquiera tendrás que pedirla y será el propio banco quien te la ofrezca. Así de fácil, sin requisitos adicionales sobre tu trabajo, si eres autónomo o asalariado, ingresos o nivel de deuda.
También incluyen seguros como valor añadido. Una de las ventajas del dinero de plástico es que cuenta con servicios de valor añadido como seguros de accidente o de viaje y cuanto mejor es la tarjeta, mayores son también los seguros.
Te permiten controlar los gastos. El mayor problema del dinero en metálico es lo difícil que resulta seguirle la pista y saber en qué te lo has gastado. Con la tarjeta de débito no ocurre lo mismo, cada compra aparece reflejada y también las retiradas de efectivo en el cajero. De esta forma podrás hacerte una idea de qué medio de pago utilizas más y, sobre todo, a dónde va tu dinero. Bastará con que pidas a tu banco el extracto de la tarjeta o que entres en tu banco a través de internet y consultes esa información.
Como es lógico, no todo puede ser positivo. Dos son las grandes desventajas de las tarjetas de débito: ofrecen menor protección contra el fraude y cuentan ciertas limitaciones respecto a las tarjetas de crédito.
Menor protección contra el fraude. Las tarjetas de débito no están equipadas con los seguros de compra y robo que sí tienen las tarjetas de crédito y eso puede suponer la diferencia entre que te devuelvan el dinero por una compra que no has realizado tras duplicarte la tarjeta o no.
Límites a la retirada de efectivo. Con la mayoría de tarjetas de crédito es posible retirar grandes sumas de cajeros, mientras que el límite por defecto de las tarjetas de débito suele estar en torno a 600 euros. Esto se debe a que el dinero que se saca va directamente contra la cuenta corriente y es una medida para evitar posibles descubiertos.
Ventajas y desventajas de las tarjetas de crédito
Las tarjetas de crédito tienen varios puntos positivos
Seguros adicionales. Las tarjetas de crédito pueden incluir todo tipo de seguros con mayores o menores coberturas. Los más habituales son el seguro de viaje, que cubren desde accidentes hasta gastos médicos de viaje, seguro de daños o pérdida de equipaje e incluso seguro de vida para cubrir el saldo de la tarjeta en el momento del fallecimiento del titular. Además, también incluyen un seguro por robo y extravío, un seguro contra el fraude y un seguro de protección de compra que cubre el robo o el daño accidental de lo que hayas comprado con la tarjeta.
Las aceptan en todos los lugares. Hay lugares en los que no podrás pagar con una tarjeta de débito, como por ejemplo cuando pretendas alquilar un coche. Muchas empresas pedirán que pagues con una tarjeta de crédito precisamente porque gracias al crédito se aseguran que, aunque no tengas fondos en tu cuenta, podrán cobrar. Del mismo modo, si viajas al extranjero es más fácil que acepten tu dinero de plástico cuando es a crédito que cuando es a débito.
Frente a estas dos ventajas se colocan una serie de inconvenientes que merece la pena conocer y valorar. Algunos seguros que ya los has adivinado.
Es muy fácil descuidarse y terminar activando el crédito. Existen diferentes modalidades de tarjeta de crédito y la mayoría de bancos tratarán de que elijas el pago aplazado, con el que abonarás una cantidad cada mes a la financiera, independientemente de lo que gastes, por lo que estarás pagando intereses desde el minuto cero. Sin embargo, la fórmula por la que la mayoría de personas se decanta es el pago mensual por la totalidad del gasto, mediante el cual se van acumulando compras y dispendios y, llegado un determinado día de mes, se pagan. Si hay dinero en la cuenta, todo perfecto, pero en caso contrario es cuando se activa el crédito que puede hacerte pagar intereses superiores al 15%. El problema es que es muy fácil terminar activando el crédito porque en ningún momento al consultar tu cuenta corriente verás reflejado el dinero que te has gastado ese mes porque no se resta hasta el día de pago. Ten siempre presentes los peligros de la deuda.
Compras cosas que no necesitas. Y como no ves cuánto te estás gastando, es muy sencillo que termines gastando más de la cuenta. De hecho, lo más habitual es que compres cosas que no necesitas sólo porque puedes hacerlo y que además gastes más de lo que querías en un mismo objeto. En lugar de la televisión de 400 euros comprarás la de 450 o 500 euros.
Descuadra tu gestión financiera. Los intereses de la tarjeta de crédito harán que sea muy difícil ajustarte a tu presupuesto porque variarán en función de lo que gastes y del capital que amortices. Recuerda que sin planificación es complicado gestionar adecuadamente tu dinero.
Tienen más gastos y comisiones. Empezando por la cuota de emisión y renovación y siguiendo por comisiones de traspaso de fondos o de disposición de efectivo en cajero, tener una tarjeta de crédito es más caro que disponer de una de débito.
Y eso es todo
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