4 preguntas que debes hacerte antes de comprar cualquier cosa

Comprar nos hace más felices, por lo menos de forma temporal. Así lo ha demostrado la ciencia con diferentes estudios.

Cada vez que adquirimos algo se activan una serie transmisores cerebrales que liberan dopamina, una de las sustancias responsables de nuestra felicidad. El proceso empieza desde que ves lo que quieres hasta que lo compras y después mientras lo usas, aunque sólo durante un breve periodo de tiempo. Es lo que se conoce como felicidad anticipatoria, momentánea y crepuscular y está detrás de muchas compras impulsivas.

Comprar nos da ese ‘chute’ de dopamina que necesitamos para ser más felices. El problema es que el sentimiento se concentra sobre todo antes y durante la compra. Por eso mismo es tan fácil sentirse después culpable o tener la sensación de que no estás sacando todo el partido que deberías a tu compra.

Según los estudios realizados por el Hospital de Bellevitge con sus pacientes, un 7% de la población podría catalogarse como compradora compulsiva. Hay una estrategia muy efectiva para frenar estos impulsos, para tomar espacio y activar la parte más racional de tu mente o como rezaba el famoso libro de Daniel Khaneman, “Pensar rápido, pensar despacio”. Consiste en hacerte cuatro preguntas concretas que van a obligarte retrasar el momento de la decisión final, unos momentos obligándote a reflexionar.

Estas son las cuatro preguntas clave que te ayudarán a desterrar la mayoría de compras por impulso.

¿Realmente lo necesito?

Esta es la primera pregunta que debes hacerte y también responder de forma honesta. La mayor parte de las compras que realizamos tienen que ver más con el deseo que con la necesidad. Las tiendas lo saben y lo aprovechan para que compremos más.

Para que lo entiendas mejor, es fácil que no necesites una televisión más grande, ni el último móvil, ni un aperitivo gourmet o un nuevo jersey. Son deseos y no necesidades. Enfocarlo así hará que desaparezca parte de ese sentido de urgencia que va aparejado a las necesidades y reducirá las opciones de que termines comprándolo por impulso.

Además, te ayudará a pensar por qué estás comprando exactamente. Si lo que vas a comprar no cubre ninguna necesidad concreta es fácil que exista otro motivo detrás de la compra. Por eso mismo cuando estamos nerviosos o hemos tenido un mal día solemos salir de compra, para evitar gestionar otras emociones negativas.

¿Voy a tener que endeudarme?

Esta pregunta es muy útil para las compras más elevadas, las que superan los 150 euros. Se puede resumir en si dispones de dinero para pagarlo en efectivo o no y de dónde saldrá ese dinero.

En primer lugar, si tienes que endeudarte para pagarlo, no deberías comprarlo. Esto mismo también se aplica si vas a tener que pagarlo a plazos, aunque sea sin intereses.

En segundo lugar, debes preguntarte de dónde va a salir ese dinero. Es fácil que tengas esos 150 euros en la cuenta corriente, pero también que no formen parte de tu presupuesto para esa compra concreta.

A modo de ejemplo, tienes el dinero para pagarte una cena de 200 euros, pero tu presupuesto mensual para ocio es de 150 euros y si lo haces te lo estarías saltando.

Un presupuesto puede ayudarte a tener clara tu situación financiera y cómo te afectará esa deuda que estás a punto de contraer. 

¿Puedo encontrarlo más barato?

Esta pregunta te ayudará a tener que buscar alternativas a la compra inmediata. Además, activará en tu cerebro la alarma de que puede que estés perdiendo dinero si lo compras aquí y ahora y hay pocas cosas que nos molesten más que perder.

Tener que comparar precios e incluso pensar en objetos que ya tienes en casa que pueden hacer la misma función que lo que vas a comprar, logrará mitigar ese primer impulso de compra.

¿Cómo me voy a sentir cuando lo compre?

La respuesta obvia es “mejor”. De hecho, precisamente por eso vas a comprarlo. Sin embargo, ir un poco más allá te ayudará a tomar perspectiva sobre la compra y su impacto real en tu vida.

Imagina que hablamos de un nuevo coche.

  • ¿Cómo me voy a sentir 10 minutos después de comprarlo? Seguramente genial, excitado incluso por conducirlo.
  • ¿Cómo me voy a sentir al cabo de 1 mes? Seguramente todavía te recorrerá un pequeño hormigueo cuando te subas por ese olor a nuevo. La felicidad aparejada a la compra todavía persiste, pero la intensidad será menor.
  • ¿Cómo me voy a sentir al cabo de 10 meses? Con casi un año, el olor a nuevo habrá desaparecido y ya estarás totalmente acostumbrado al coche. Es entonces cuando empezarás a ver los ‘peros’ de la compra y te plantees si no hubiese sido mejor otro coche más barato o de segunda mano.
  • ¿Cómo me voy a sentir al cabo de 5 años? Si todavía tienes el coche será un elemento más de tu vida que no te aportará nada diferente a lo que hubiera aportado otro modelo más económico.

Plantearte el efecto a largo plazo de tus compras te ayudará a ser más consciente de su impacto real en tu vida y así podrás tomar mejores decisiones.

Y eso es todo

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